Esta situación es el legado del difunto Teniente Coronel Hugo Chávez. Este charlatán cabalgó sobre el deterioro político de la era democrática de Venezuela. Vino a destruir y cumplió su sueño. En eso fue claro desde el principio de su soez campaña electoral de 1998, cuando amenazaba con freír cabezas. Él fue el arquitecto y ejecutor del colapso, al cual se refiere la pregunta. Es importante destacar que la inflación al cierre de 2018 superó el millón por ciento.
Chávez intentó derrocar, en el año 1992 por las armas, al gobierno Constitucional de Carlos Andrés Pérez. En ese ensayo fracasó. En esa época, el país reclamaba un cambio. Luego intentó llegar al poder por los votos y el pueblo escogió a esta especie de justiciero con estilo de Robin Hood moderno. Pocos advirtieron que se trataba de un Caballo de Troya. Si una cosa sabía hacer bien Chávez era hablar lo que la gente quería oír. Encontró una audiencia hambrienta de populismo y harta de corrupción. Desde su rol de presidente, pasaba horas moviendo la lengua sin control en cadena nacional, contando chistes tontos y maldiciendo al adversario de turno. Un día les tocaba el turno a los jerarcas de la Iglesia Católica, otro a G. Bush, J. M. Aznar, A. Uribe, a cualquier empresario, en fin la lista era interminable. Usaba un lenguaje vergonzoso en boca de cualquier ser humano y él lo hacía desde la jefatura de la república. Sobran los ejemplos y basta con escribir “ofensas de Chávez” en cualquier buscador de Internet y aparecerá material para revisar por horas. Ofendía sin la menor muestra de sensibilidad y respeto hasta personas fallecidas. Humillaba públicamente hasta sus adulantes colaboradores.
Este devastador gobernante cumplió con sus perversas promesas y arrasó con todo a su paso. Destruyó el aparato productivo. Aquel deseo por freír cabezas lo ejecutaba emulando a una manada de langostas voraces. A su paso quedaba el desierto y la desolación. Comenzó su desmantelamiento desde el día de su juramentación, exclamando ante el antiguo congreso de la república “Juro ante esta moribunda constitución…” Irrespetó al presidente saliente Rafael Caldera y a la república. Se enfocó en desmontar la institucionalidad cambiando el nombre a diestra y siniestra a los organismos a su total antojo. Logró imponer una nueva constitución a la cual él mismo se refería posteriormente como “La Bicha”. Fue más que un irreverente, un irresponsable, un resentido y un obsesionado movido por la venganza. El problema de Chávez no se detenía en su incontinencia verbal, se proyectaba con sus demoledoras decisiones contra todo lo que estuviera ligado al bienestar, al mérito, al decoro, a la moral y al progreso. Era una máquina multiplicadora de odio. Sabía cómo mover las bajas pasiones de las masas.
Se apropió de la principal empresa del país PDVSA, despidió a más de veinte mil empleados por estar apegados al paro cívico nacional del año 2001. Este hecho merece un análisis aparte. Nacionalizó a eficientes empresas de los sectores de mayor relevancia e impacto en el desarrollo nacional: la principal empresa de telecomunicaciones (CANTV), las otrora orgullosas empresas del sector eléctrico, las empresas básicas del sector minero, siguió con los grandes productores de alimentos y pare usted de contar. A la vuela de pocos años todas esas compañías se convirtieron en chatarras con el agravante del colosal incremento de las nóminas improductivas. Un día cualquiera en transmisión en cadena ordenaba “Expropiar” robarse una empresa sin que nadie pudiera hacer nada. Esto lo hizo con empresas nacionales y extranjeras dando lugar a múltiples litigios internacionales.
Durante algunos años el país continúo viviendo de los inmensos recursos petroleros y de la inercia de la producción. Ocurrió lo obvio. En el caso de PDVSA, luego de la expulsión de los más de veinte mil empleados, la nómina pasó de aproximadamente cincuenta mil empleados a unos ciento veinte mil. La producción fue cayendo de manera sostenida, por la impericia gerencial y técnica, por la pérdida de los procesos y por la falta de mantenimiento. En el año 1998 PDVSA producía más de tres millones de barriles diarios de petróleo y a finales de 2018 aproximadamente un millón de barriles diarios y en acelerada caída.
Mientras esto ocurría los fanáticos gritaban estúpidas consignas “Así, así, así es que se gobierna…” Cuando en realidad el país era conducido al despeñadero. En todos los sectores la situación era de similar alarma. Los requisitos para formar parte del régimen no eran el mérito y la probidad sino la incondicional lealtad a la revolución.
PDVSA que fue la principal empresa del país, generadora de ingresos y de capacidad de gerencia, otrora icono y orgullo nacional: quedó totalmente destruida. Las empresas básicas de Guayana, representaban en gran medida “la siembra del petróleo”, por años estuvieron generando y multiplicando el desarrollo nacional. Se invirtió, en colosales infraestructuras, para producir hierro, aluminio y otros minerales. Se destinaron enormes esfuerzos y cuantiosos recursos en el estado Bolívar. Cuando la nación comenzaba a ver los frutos de esos ambiciosos planes, Chávez las nacionalizó. Hoy día esas enormes infraestructuras están improductivas y con inmensa cantidad de empleados ociosos. Es triste pero es la realidad. La generación eléctrica de las fabulosas represas del sur del país, aunadas al excelente sistema interconectado nacional, permitían exportar energía a Colombia y a Brasil. La falta de inversión, la mediocridad en la gestión y la insaciable corrupción; desencadenaron la parálisis de la generación y los desastres en la distribución de la energía eléctrica. El aparato productivo nacional fue arrasado y aniquilado por las expropiaciones. Ahora somos más dependientes que nunca de la economía de puertos. Los nuevos “amos del valle”, son los corruptos que se auto asignan los dólares preferenciales. Hasta aquella expresión de la abundancia criolla, “Hay como Arroz”, perdió sentido.
Con la enfermedad de Chávez nos quedó su heredero Nicolás Maduro, quien se ha encargado de acelerar el desastre descrito y de profundizar la tiranía.
Pasamos de ser un país democrático a ser un estado fallido, de ser unos de los más ricos y próspero de Latinoamérica, a ocupar el último lugar, en muchos renglones. Saltamos de ser un paraíso para muchos inmigrantes de todos los continentes, a una población que huye despavorida a cualquier destino. Las consecuencias de la debacle gritan, con elocuencia, la inmensa caída del poder adquisitivo y de la calidad de vida de los venezolanos.
Mucho de nuestros jóvenes universitarios, sólo piensan a cual país se mudaran cuando se gradúen. La clase media prácticamente ha desaparecido y las clases pobres sobreviven comiendo de las bolsas de la basura, compitiendo con los perros callejeros. Esta es la verdad. Esta es la realidad. Lo que cacarean los privilegiados que están en el gobierno es cinismo e indolencia.
Usted como lector preguntará y ¿el país se quedó quieto mientras esto ocurría?, pues la respuesta es ¡no! El país sigue en pie de lucha contra este castro chavismo que bastantes vidas se ha llevado; pero este es otro tema.
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Glosario
Los Amos del Valle es una obra del escritor venezolano Francisco Herrera Luque
Hay como Arroz Expresión venezolana para describir la abundancia
PDVSA Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima
CANTV Compañía Telefónica Nacional
Cadena Nacional (transmisión obligada a todas las redes de televisas y de radiodifusión)
En mi libro “Venezuela Indomable Tiempos Revoltosos”, puedes encontrar una explicación más profunda y detallada relacionada con este tema.
Cosme G Rojas D
11/01/2019
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