Acerca de

Dedico estas líneas al ávido lector de mente sin fronteras. Un cálido saludo desde mi trinchera, en Venezuela, con respeto y entusiasmo.

Escribo porque leo, porque leo la vida y quiero contar lo que veo.

Soy un escritor por vocación y un profesional de Tecnología de la Información.


Para conocer al autor es necesario saber cuáles han sido sus motivaciones de vida.

Comencemos por revelar al niño y sus circunstancias. Es el menor de una numerosa familia de 10 hermanos, nacido en una populosa barriada caraqueña, en el final de la sacudida era de la dictadura del venezolano Marcos Pérez Jiménez y del surgimiento de la época democrática.

Tres elementos claves marcan y dan sentido de orientación a su vida: su madre caracterizada por su elevada espiritualidad; su padre recio, terco y empeñado en arreglar las cosas que no funcionaban y su natural sensibilidad aderezada por una inquieta y tenaz curiosidad.

Desde pequeño se emociona con los temas de la religión, su escuela y los juegos al aire libre. Soñaba con poder entender y reparar esos misteriosos radios y televisores que estaban en algunos hogares. Fue cautivado por los cuentos, los comics, por las historias y por las biografías de interesantes personajes. Se entusiasmaba y daba rienda suelta a su imaginación al escuchar o leer un buen relato. Se inclinaba hacia la observación del comportamiento de la gente y en tratar de descifrar las pasiones e inhibiciones de sus semejantes.

Su madre le reprimía por andar siempre con el oído atento y su padre por tener los ojos pelados. De pequeño se escondía para escuchar las conversaciones de los adultos y para evitar castigos o regaños, comentaba con moderación, haciendo uso de su particular sentido del humor y sólo si era consultado. En los años sesenta era costumbre impedir que los niños se involucraran en los asuntos de adultos.

Estudió en una escuela llamada “La Constancia” dirigida por curas salesianos, donde se agregaba valor a la enseñanza regular, con materias técnicas, artesanales y algo de fútbol. Cursó bachillerato en electrónica y así comenzó a experimentar con sus primeros cortos circuitos, chispazos, explosiones, corrientazos y todos esos asuntos derivados del oficio. Se inscribió en la primera cohorte de estudiantes del Núcleo del Litoral de la Universidad Simón Bolívar, donde cursó la carrera de Tecnología Electrónica. Se convirtió en dirigente estudiantil, desempeñando los roles de delegado ante los organismos de cogobierno de la universidad, presidente del Centro de Estudiantes, representante estudiantil y miembro fundador de la junta directiva de la ONG que se llamó ASOPROVARGAS, fundada para promover la creación y el desarrollo del Estado Vargas. Adicionalmente en su paso por la universidad fue preparador docente y miembro del club de atletismo. Posteriormente cursó estudios de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Bicentenaria de Aragua.

Comenzó su carrera profesional en el área de hardware de la computación, Cinco años después ingresó en el Intevep (Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico de PDVSA) en el área de Telecomunicaciones, donde recibió una formación técnica y profesional de elevado valor. En enero de 2003, estuvo entre los más de veinte mil empleados que fueron cesanteados de PDVSA, producto del mayor atropello laboral en la historia de este gran país. Con este acto inédito, de singular barbarie, el régimen de Chávez sentenció la destrucción de la principal empresa de la nación, reconocida popularmente hasta la fecha como “la gallinita de los huevos de oro”.

En plena adolescencia le despertaron las ganas por escribir de personajes de su fantasía y de los comportamientos observados en gente de su entorno. En irregulares intervalos de tiempo tomaba lápiz y papel, en fugaces intentos por desarrollar una historia pre concebida. Luego tomaba esas hojas las enrollaba, las transformaba en pelotas y las lanzaba a la papelera, con la excusa de no tener tiempo para estas tonterías. Mientras esperaba que una mágica inspiración le guiara hasta lograr el objetivo, pero eso nunca ocurría. Esta meta incumplida se mantuvo acosando su mente y su espíritu, por muchos años. Al llegar a su edad madura, se animó y se armó de la valentía requerida para escribir y para compartir las historias de su creación.

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