Los atributos se constituyen en herramientas para la vida. Las potencialidades humanas están reguladas por el alcance de sus particularidades. Todos estamos dotados para labrarnos una vida de abundancia. Nacer es un verdadero milagro y morir es el cierre de nuestro ciclo. Durante este lapso, nos corresponde la inagotable tarea de explorar y explotar todas nuestras cualidades.
Cada día ha de ser asumido como si fuera el primero o el último; y abordarlo con energía y valentía. ¿Qué sería de la vida sin sus agridulces sorpresas? ¿Cuál sería nuestro reto sin los imponderables del camino? ¿Para qué nos servirían nuestros atributos, sin las situaciones desafiantes? ¿Cómo desarrollaríamos y probaríamos nuestras fortalezas? Hay cosas que no están a nuestro alcance cambiar o que no nos corresponde hacerlo. Sin embargo, estamos capacitados para modelarnos a nosotros mismos. Aspiremos a una vida sencilla, divertida e intensa. Saquemos el mejor provecho del regalo Divino de la existencia.
¿Cuáles son esos atributos básicos y comunes para la vida? Empecemos por el más importante:
El Amor: es la sal de la vida y es la razón fundamental desde la cual se derivan el agradecimiento, la compasión, la empatía, la paciencia, la humildad, la esperanza y el perdón. Sin amor nada tiene sentido.
Luego tenemos estos otros, que ojalá sean gobernados por el primero:
La Sabiduría: la cual nos conduce al raciocinio, al ejercicio del libre albedrío, a la inteligencia creativa y a la acción de buena voluntad.
La Justicia: que nos conduce a la sensatez, a ser equilibrados, responsables y nos da la orientación necesaria para la sana convivencia.
El Poder: el cual nos hace fuertes, efectivos, valientes, resilientes, estructurados y ordenados en la toma de decisiones.
De manera categórica podemos concluir que: cada persona es única e irrepetible. Contamos con variados atributos y talentos innatos; los cuales pueden ser subestimados si caemos en la trampa de comparamos o querernos uniformar con otros individuos. Esa es la razón por la cual la envidia es tan letal. Nadie es igual a nadie, desalojemos esa idea tonta de la cabeza.
Resulta frecuente escuchar a los infantes extrañarse de que sus semejantes no logren hacer lo mismo que ellos. Este tipo de reacciones no son generadas desde el desprecio; sino desde el escepticismo. Pregúntele a un niño agraciado con habilidades musicales, ¿cómo crea ritmos tan geniales desde su tambor o a cualquier objeto que se le antoje golpear? Su rostro delatará su asombro, pues no entenderá la consulta y quizá le responda con otra pregunta ¿Cómo es eso que usted no lo puede hacer? No le creerá, porque para él es tan fácil y natural; no le adjudicará ninguna ciencia, ni ningún valor especial a sus capacidades. Y si insiste en que le explique o le enseñe, quizás no sabrá que decir o cómo reaccionar. Así de misteriosos son los talentos y por asuntos paradójicos le restamos importancia. ¿Usted, estimado lector, cree que Mozart a sus tres años se sentía como un ser superdotado?
Pensemos un momento: ¿Cuántos talentos nos quedan por descubrir? ¿Cuántos se nos van a quedar en el tintero? Y no nos pongamos límites, es que no tiene que ser uno, pueden ser muchos. Recordemos que Dios es bondadoso y no conoce la mezquindad. La sociedad pretende hacernos creer que sólo podemos ser buenos en una disciplina: ¡que desperdicio!
Desde pequeños nos han mutilado las alas de la imaginación con preguntas tan devastadoras cómo: ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Hasta cacofónica resulta la pregunta. Aderezada con una puñalada al corazón; con un mensaje de desaliento entre líneas. Desde que somos niños atentan y desprecian nuestra existencia y por eso aprendemos pronto a sabotearnos. ¿Qué tal sería una respuesta irreverente para una pregunta insolente? Algo así como: quisiera seguir siendo un niño soñador y llegar a ser un adulto creador.
El agradecimiento permanente, el entusiasmo diligente y el vivir en cada respiro es lo que hace la diferencia.
Resulta de gran alivio darse cuenta de que solo Dios es perfecto y que podemos aproximarnos a su entendimiento a través sus maravillosos atributos:
- Amor
- Santidad
- Eternidad
- Omnipotencia
- Omnisciencia
- Inmutabilidad
- Omnipresencia
Cosme G Rojas Díaz
30 de marzo de 2023
Créditos: texto inspirado en una conversación con mi esposa.
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