Escuchar un audio libro debería ser una experiencia equivalente a leerlo, si se parte de la premisa de que el producto esté orientado a audiencias semejantes. La experiencia, debería ser igual si su objetivo no es para complacer a un receptor perezoso. El hábito de la lectura genera bienestar y se incrementa con la práctica. Existen lectores que han perdido parcial o totalmente sus capacidades visuales; para este segmento, el audiolibro resulta una alternativa atractiva. Sería el equivalente a que uno le leyeran de manera correcta.
Este razonamiento no suele aplicar para los libros adaptados al cine; porque las ambiciones de los productores son las de llegar a un público más amplio. En el caso de la gran pantalla se reescribe el guion, para satisfacer un alcance de naturaleza diferente, en muchos casos a expensas de la calidad de los textos originales. Sin embargo no pareciera que los audiolibros estén expuestos a este mismo tipo de distorsión. En los audiolibros, la adaptación debe consistir en seleccionar las voces y los sonidos sin alterar el contenido ni el sentido de los pasajes que el escritor ha estampado.
La calidad de cualquier creación se genera en la mente de su autor y, de manera equivalente, se decodifica en la del receptor.
Aristóteles sentenció:
«Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos»
Los seres humanos nos conectamos con nuestro mundo interior y con el entorno a través de los sentidos, las emociones y la razón. En la escuela nos enseñaron que poseemos cinco sentidos, los cuales nos conectan con los estímulos del mundo, para la supervivencia, para la creación y para la empatía; pero este asunto no es tan simple, algunos estudios neurológicos afirman que el ser humano puede tener hasta 26 sentidos.
Cada uno de los sentidos fundamentales se puede descomponer en múltiples sub sentidos. A través de la vista podemos diferenciar la percepción de la luz, con sus imponderables posibilidades de intensidades; la percepción de lo color con toda la gama que nuestro ojo y nuestro cerebro son capaces de procesar. El olfato nos advierte de situaciones de peligro o de placer. El gusto también tiene sus categorías, para captar el dulce, el salado, lo ácido, lo amargo y lo agrio. El tacto nos conecta con las temperaturas, las vibraciones, el dolor físico, las texturas y las variadas formas. Los sentidos son unas herramientas extraordinarias, con las cuales estamos provistos, para alcanzar nuestras metas. A los niños se les solía decir, de manera inconveniente: “Toca con los ojos y mira con las manos”.
De acuerdo al destacado psicólogo Paul Ekman estamos dotados de seis emociones básicas: amor, odio, miedo, alegría, tristeza, sorpresa, vergüenza y aversión. Comprender el porqué, de estas emociones, resulta difícil de explicar. Estamos expuestos a complejos fenómenos físicos y químicos, de procedencia tanto endógenos cómo exógenos. Las emociones tienen un peso determinante en nuestros rumbos; nos alteran la frecuencia y la fuerza con la cual palpita el corazón, el ritmo respiratorio, la tensión corporal, la sudoración, hasta el tamaño de las pupilas y las vísceras se pueden alterar; esas sensaciones nos inducen a absorber energías y a dar respuestas a determinadas situaciones.
La razón es el procesamiento del pensamiento, mediante la observación y la interpretación, para llegar a una conclusión y tomar decisiones. Los sentidos son los sensores que habilitan las emociones y el razonamiento.
Con base a esto podemos retornar al motivo de la pregunta. El propósito del autor de un libro es comunicar un mensaje, desde sus percepciones. Esta intención, en nada se diferencia con la de un músico, un pintor, artesano, o con la de cualquier artista. El objetivo de un lector, de un oyente, de un observador o de cualquiera receptor es aprehender un mensaje explícito, interpretarlo y luego digerirlo. De manera que, en principio no debe importar por cual canal se percibe el encargo.
Un audio libro puede contener la misma o mayor fuerza que un libro escrito. Dependerá de la calidad del audio y del perfil de receptor, de acuerdo a los postulados de la Programación Neurolingüística. El autor se vale de sus recursos para atrapar al destinatario, para eso se sumerge en su intrincando y solitario mundo. Desde luego los requerimientos para confeccionar un audio libro, serán distintos a los de un texto escrito. En mi caso particular, de escritor, me encantaría poder producir mis libros en formato auditivo y estoy consciente que en esa materia tengo mucho por aprender y por resolver.
Un dato interesante para reforzar que la creación se genera en la mente, es el hecho de que Beethoven compuso la Novena Sinfonía cuando ya estaba casi sordo.
Cosme G. Rojas Díaz
16 – 02 – 2020
Twitter e Instagram @cosmerojas3
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