
Tomado del libro Viajando a través de la vida- de Cosme Rojas
“Recuerda Linda, de sus estadías en Río Chico:
De pequeña viajaba frecuentemente con mis padres a Río Chico, en autobús. Me ubicaba en la ventana y en cada paseo, sintonizaba el fluir a través de las carreteras, con el de mis pensamientos y le daba rienda suelta a mis sueños.
Soñar despierta, con papá y mamá a mi lado, mientras la ventana del bus se transformaba en una pantalla gigante de cine, con nítidos sonidos, la temperatura del ambiente y los olores tan característicos y tan llenos de mensajes.
Veía pasar bosques, caseríos, animales y personas. Oía voces, ruido y los sonidos del entorno. Percibía las fragancias que dibujaban el paisaje y relataban el estado del tiempo.
Jugaba a aislar mis sentidos, para concentrar la atención en uno a la vez. Cerraba los ojos y tapaba mis oídos para identificar los olores a tierra húmeda, sabana, canela, bananos, guayaba, ganado y caballos.
Al aproximarnos al mar, reconocía los estimulantes aromas de la costa, la arena, la sal y el yodo, anunciando el encuentro con mis amados abuelos. Luego manteniendo los ojos cerrados me tapaba las narices y atrapaba con finos detalles las armonías sonoras del medio. Me esforzaba por apagar o al menos atenuar los susurros indeseados. Enfocándome en percibir sólo aquellos que me interesaban. Así reconocía: los matices de las voces, el rugir de la brisa, el ondear de las palmeras y el relajante y melodioso vaivén de las olas del mar.
Desde entonces, en cada viaje me sumerjo en un amplio y rico rociado de vida. Todas esas vivencias sensoriales se han grabado en mi mente y en mi alma. Experimentar seleccionadas y variadas, emociones, es empaparme de una ración concentrada de bienestar. Definitivamente: amo viajar”.
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Cosme G. Rojas D.
@cosmerojas3
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