No es lo mismo perdonar que olvidar. Perdonar es una decisión gobernada desde el amor. Olvidar es una opción desde la razón.
Perdonar es liberarse de las fuerzas opresoras del odio. Se perdona por amor, por amor propio y por amor al ser perdonado. Olvidar es borrar de nuestra mente alguna idea o experiencia.
El perdón genera muchos beneficios para quien lo practica. Quien perdona se hace más humano. El olvido es opcional, cuando se le ha quitado relevancia a una amarga experiencia o cuando ya se ha resarcido el daño.
Con la intención de ahondar en el tema haré tres preguntas básicas:
¿Se puede perdonar sin olvidar? Pienso que sí es posible y hasta puede ser útil si se quiere mantener la lección aprendida, para uno y para la sociedad. Perdonar no implica aprobar una mala acción. Se puede invocar la falla para evitar repetirla, para advertir sobre sus consecuencias y sin reprochar a quien ya ha saldado la culpa. Sin embargo es preciso tener una postura honesta, recordar el amargo adagio de: “Perdono, pero no olvido”. El perdón sincero mora en el corazón. El perdón verdadero se reconoce porque al recordar ya no hay dolor.
La segunda pregunta. ¿Se puede olvidar sin perdonar? Dice un refrán popular que “el tiempo lo cura todo”. No creo en ese decir. El tiempo es inocuo, solo transcurre inexorablemente. Es distinto pensar que las emociones pueden perder intensidad a través del tiempo. El transcurrir del tiempo y el olvido no necesariamente conlleva al perdón. Puede ocurrir que con el paso del tiempo se absuelva de culpa a alguien, se aclare y se olvide el asunto. Sin embargo es importante mencionar eso de “sacar los trapitos al sol”: esas especies de zancadillas sorpresivas. Si alguna afrenta se olvida puede ser porque no tenía mayor importancia; pero si se evoca para causar dolor, el olvido temporal subyace o duerme para convertirse en reconcomio.
Esto nos lleva a la tercera interrogante. ¿Cómo saber si realmente se ha perdonado? Quizás ayude formular la misma pregunta de otra manera ¿Cómo saber cuándo pasar la página? Seguir adelante suele ser lo correcto; pero es necesario asimilar el contenido antes de dar el próximo paso. Si el dolor revive con el recuerdo es un síntoma de que la herida no ha sido sanada, y se debe volver a aquella página que una vez se pasó de manera inoportuna. Un proceso que no se ejecuta respetando sus fases, no puede darse por cerrado. El perdón auténtico se da desde el amor. La acción de perdonar requiere valentía, honestidad y serenidad. No se trata de un esfuerzo vano, sino de un proceso serio y profundo de sanación. Cuando hay perdón firme, también hay lecciones aprendidas. Si has perdonado lo sabrás porque aquello que te causó dolor ya no te afecta ni te afectará más: podrás afrontarlo y recordarlo sin rencor.
La historia de la humanidad está llena de aparentes arrepentimientos y de heridas mal curadas. El rencor es un sentimiento hostil que muchas veces se viste de falso perdón. El rencor, es una dolorosa carga que puede atormentar durante toda una vida. El falso perdón es como un cadáver insepulto: maloliente y amenazante.
“El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar” – Martin Luther King
Cosme G. Rojas D.
17 de noviembre de 2018
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