
El lenguaje tiene como atributo principal un poder de dimensiones incalculables, en muchas ocasiones no alcanzamos a entender lo contundente o demoledor que puede resultar una frase. En el proceso comunicativo hay tres elementos fundamentales: El Emisor, el Medio y el Receptor.
De manera que, para dominar el arte de comunicar se deben caracterizar cada uno de estos componentes y su entorno, si se quiere obtener óptimos resultados. No basta con poseer la mejor intención por querer transmitir un mensaje, la motivación fundamental debe ser un propósito de utilidad. En todo esfuerzo divulgativo es preciso cuidar: el cómo, el cuándo y omitir lo que es preferible no decir. En términos populares hay un pensamiento que dice “Se es dueño de lo que se calla y esclavo de lo que se dice”. El Libro de Proverbios en sus Capitulo 17, Versículo 28 de las sagradas escrituras, es mucho más elocuente al señalar “Hasta el necio si calla, se le tiene por sabio, por inteligente, si cierra los labios”. Una comunicación constructiva tiene raíces en el pensamiento correcto, profundo y honesto, J. Krishnamurti lo expresaba con estas palabras “Sólo el Recto Pensar Conduce a la Paz”. Socialmente se suele calificar a una persona como orador, por poseer dotes para mover la lengua con ligereza y lograr seducir a los: ociosos, incautos y flojos de espíritu. La historia del mundo está llena de seres sedientos de dirección, son las presas marcadas y perfectas de los lenguaraces, aquellos que sólo se mueven cuando un líder los empuja.
En mi opinión, los charlatanes por vocación y manipuladores de oficio, son los promotores de los múltiples tipos de fanatismos irracionales. Los efectos de una lengua suelta sin control o en poder de motivos inicuos, son de una influencia destructora tan grande, como las armas físicas. En algunos casos las incontinencias verbales, son causadas por fallas de conexión entre la lengua y el órgano pensante, en otras porque la lengua esta acoplada a un cerebro perverso, y en algunos casos conocidos la lengua y el cerebro habitan en individuos distintos, este último se pone en evidencia por las fallas: frecuentes, graves, e inexcusable en el mensaje. No es necesario imaginar, lo que ocurre, si el cerebro está a 3 horas de vuelo de la lengua o si el órgano pensante es el de un pajarito parlante.
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