De la ingenuidad a la paranoia

En la Venezuela de estos últimos lustros , quienes nos oponemos a este devastador régimen, con inmensa facilidad nos hemos movido de la ingenuidad a la paranoia.

Nos debatimos entre la confusión y la desesperanza. Este caótico devenir es una de las razones por la cual nos ha costado tanto organizarnos para terminar con esta pesadilla. Estos comportamientos obedecen a razones complejas de índole emocional.  Se trata de actitudes erradas que han obrado en contra de nuestras justas ambiciones, por enrumbar al país por el camino del progreso y del bienestar. Ante cualquier crisis lo menos indicado es entrar en pánico y lamentablemente en eso hemos caemos con frecuencia.

La ingenuidad se ha manifestado en subestimar al detractor. Quizás hasta como un desafortunado mecanismo inconsciente de autodefensa. Cuando Chávez llegó al poder, muchos incautos pensaron que era la oportunidad para acabar con la corrupción y las mañas  que habían deteriorado la democracia venezolana. A pesar de lo soez de su verbo, muchos especularon que se moderaría una vez instalado en el poder. Bajo esa óptica, ese fallido y bestial golpe de estado del 4F era un acto inspirado en sus buenas intenciones de redentor nacional. Y eso de freír cabezas, era sólo una metáfora para dar elocuencia a su lenguaje. No estuvimos solos en la inocencia de subestimar a ese domesticador de ranas; muchos medios, periodistas de Venezuela y de otras latitudes se creyeron sus cuentos y su verborrea. Fue un zorro disfrazado de oveja. Él afirmó en campaña electoral, que en Cuba si había una dictadura, que no expropiaría ninguna empresa ni medio de comunicación. Se atrevía a bromear con los entrevistadores, sobre las fantasiosas pretensiones comunistas que le atribuían, y muchos sucumbieron a sus cínicas mentiras.

Hubo una época en la cual minimizar la maldad y las capacidades del pillo se convirtieron en una tendencia nacional. Con comentarios de este tipo: No chico eso no va a pasar aquí. Ni que fuéramos una isla. Estos son otros tiempos, es imposible instaurar un comunismo en la patria de Bolívar. No se van a atrever a hacer eso. No tienen la capacidad para llevar a cabo ese plan, además son todos unos bates quebrados. Sin los expertos las empresas se paralizan y no hay manera de que puedan operarla.

El adversario ha avanzado haciendo lo único que sabe hacer bien: lo cual es destruir. Es que nuestra principal candidez ha sido responder al régimen en los términos ortodoxos de la política. Muy mal foco hemos tenido, en visualizar al adversario bajo la lupa de racionalidad y los escrúpulos; mientras ellos nos han contemplado como el objetivo a eliminar o a reducir. Es decir, hemos estado jugando en un tablero y ellos en otro. Esto a pesar de que los comunistas siempre revelan sus presunciones. No le creíamos capaces de tales osadías. No analizamos los escenarios desde sus perversos paradigmas, sino desde los nuestros. Sus planes, nos han parecido tan absurdos que desechamos, su viabilidad.

Quizás por el shock que nos ha generado esta situación nos movemos de un extremo, al otro. Permanecemos en un sube y baja, entre ingenuidad y paranoia.

Bruscamente el mismo adversario, a quien menospreciamos lo convertimos en un monstruo invencible. Le otorgamos súper poderes, con frases de este tenor: No vale la pena hacer nada ya nos tienen fritos. Lo del 13 de abril estaba calculado, con todos sus detalles incluidos. No hay manera de que les ganemos a estos malvados, la trampa es incontenible. Ante cada alternativa o iniciativa aparece un pájaro de mal agüero, para reubicarnos en la calamidad. Surge ese pesimismo exacerbado que hace ver como enemigo o sospechoso a cualquiera, que se aparte de nuestro patrón o filtro. A quien no asuma una postura radical lo descartamos o lo etiquetamos. Así en vez de sumar, hemos estado restando. Desde esta actitud nos domina las vísceras, mientras el cerebro queda anulado. Esta es la situación ideal para el tirano pues no necesita destruirnos, pues de eso nos encargamos nosotros mismos. Chávez sacó sustanciosos provechos de estos errores, afortunadamente sus herederos son más torpes y están menos cohesionados. Se aprovechó de los análisis callejeros sobre el paro nacional, declaró que él lo había provocado. Claro, se la pusimos bombita. Se adjudicó la autoría intelectual de haber manipulado la situación  y así quedó como un gran estratega. Muy a nuestro pesar contribuimos en alimentar el ego de ese desaparecido depredador.

La sensatez, la capacidad de resistir y el mantener el foco en la meta es lo relevante. No olvidemos lo que somos y porque luchamos. No caigamos en la trampa de copiar las cosas que tanto criticamos. La energía se debe re alimentar en hacer lo correcto y no ofuscarse en lo inmediato. Es necesario combinar la resistencia, paciencia, tolerancia, con una gran dosis de resiliencia. A lo hecho pecho. Tomemos un respiro antes de manifestar nuestras apreciaciones y mantengamos la mente abierta, para poder salir de este atolladero. Debemos privilegiar la razón por encima de las pasiones. No sigamos entrampados en el sube y baja de nuestros ímpetus. La realidad es más compleja y es bueno recordar que como dice el refrán “los rusos también juegan”. Es menester manejar las prelaciones para encontrar la salida expedita y no desesperarnos en aplicar la justicia de inmediato. Primero lo primero, ya habrá tiempo para que el civismo retomé su camino. Es imperativo imponer nuestra agenda y forzar al enemigo a develar sus cartas. Ahora contamos con la mayoría, con la creciente presión internacional y con una voluntad a toda prueba. No subestimemos al enemigo, pero tampoco a nosotros mismos.

Animo, administremos nuestras emociones e inteligencia, pues con cada paso estamos mucho más cerca de terminar con esta pesadilla.

Cosme G. Rojas D.

09/05/2017

Caracas, Venezuela

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